Comisiones Obreras de Extremadura | 29 marzo 2024.

El tren: Si no sabemos a dónde vamos, nos seguirán engañando.

    Manuel M. Nicolás Taguas. Secretario General del Sector Ferroviario de CCOO

    26/12/2017.

    La falta de previsión y planificación, junto con el abandono histórico que en materia de infraestructuras del transporte ha padecido Extremadura, podría remontarse a incluso antes de los tiempos en que el ferrocarril llegó a nuestra comunidad. El diseño de una red radial y la escasa y dispersa población que tiene nuestra región nos dejó, ya desde el principio de la extensión del ferrocarril en España, lejos de las prioridades nacionales y, por tanto, lejos de los polos de desarrollo económico y prosperidad.
    La posterior fiebre de su construcción, que se hizo sin tener en cuenta la demanda y necesidades reales, así como a la falta de financiación, nos abocó a ir de fracaso en fracaso. Sirva de ejemplo notorio la infraestructura ferroviaria entre Villanueva de la Serena y Logrosán por la que nunca llego a pasar un tren y que hoy es vía verde en parte de su trazado. Este proyecto, que se inició durante la dictadura de Primo de Rivera, se abandonó estando construidas prácticamente en su totalidad las vías y las estaciones a mediados de los años 60, durante la dictadura de Franco.
    El punto de crítico del declive del tren extremeño se produce en la nochevieja del año 1984 en la que el Gobierno de España, presidido por Felipe González, clausura al tráfico de viajeros 900 kilómetros de líneas ferroviarias y otros tantos los deja solo para mercancías, por considerar estas líneas ?altamente deficitarias?. La clausura de la Ruta de la Plata fue la estocada por la que Extremadura se fue desangrando ferroviariamente. Ahí comienza la desertización ferroviaria de Extremadura, primero amputando la conexión con el norte, y después dejando en un lento hilillo la comunicación con Andalucía. En los años posteriores vimos cómo se debilitaba la comunicación con Portugal y Madrid, tanto por Badajoz como por Valencia de Alcántara.
    En este punto hay que hacer memoria. Todas estas decisiones recibieron la contestación y el rechazo de la sociedad extremeña. La sociedad civil, con CCOO al frente de la movilización en muchos casos, protagonizó protestas que, hay que reconocer, no se tradujeron en resultados positivos. Esto se debió, en gran medida, a la desunión de los partidos políticos que prefirieron anteponer sus intereses particulares a los de la región. Nuestro gran problema no solo ha sido ese conformismo que nos achacan o el poco peso político de una comunidad poco poblada, sino la imposibilidad de tener una sola voz y dejar a un lado las luchas partidistas en reivindicaciones que son tan claramente justas.
    La construcción de la primera línea de Alta Velocidad en España, Madrid-Sevilla, también tuvo daños colaterales para Extremadura. Así, el cierre del tramo Madrid-Ciudad Real (vía convencional) nos alejó de Madrid por Puertollano, ya que para llegar a Madrid los trenes de Extremadura tuvieron que dar la vuelta por Alcázar de San Juan, al principio sin trasbordos.
    El último de los agravios con Extremadura se produce en 2013. El Gobierno del PP, elimino 700 circulaciones en todo el Estado al considerar que no deben ser Obligación de Servicio Público (OSP), lo que obligó a Extremadura a asumir el déficit de explotación de parte de los trayectos para evitar su supresión. Al parecer, ahora el Consejo de Ministros ha reconsiderado que a partir de 2018 la relación Madrid-Badajoz por Puertollano tendrá la consideración de OSP. Si esto se confirma, sería una muestra clara de que la movilización de los extremeños y las extremeñas da resultados y ha de mantenerse.
    No hace falta profundizar mucho para entender cómo dificultan a nuestro desarrollo económico unas comunicaciones tan deficientes para una región como Extremadura, sin salida natural al mar. Es como una enfermedad gravísima con carriles limitados a 45 kilos por metro, vía única en toda su extensión, ni un solo kilómetro de línea electrificada, bloqueos telefónicos y mantenimiento insuficiente que provoca reducciones de velocidad en todos los tramos y averías del material rodante un día si un día también, etc. Todo esto no puede ser tratado únicamente con medicamentos placebos.
    La desertización y aislamiento ferroviario, no solo de viajeros sino también de mercancías, a los  que nos han venido condenando los gobiernos de la nación, y la resignación o complicidad, según el caso, de los gobiernos regionales, nos han traído este crudo panorama. La eterna promesa del AVE, convertida en la única cura para un ferrocarril que agoniza, necesita acciones menos mediáticas y más concretas. Son precisas mejoras inmediatas en las infraestructuras y en el material convencional que permitan desplazamientos de viajeros en tiempos razonables, con seguridad, sin retrasos y con confort. Pero también es esencial hacer atractivo el transporte de las mercancías que se producen en la región. Por eso, las medidas comprometidas en el Pacto por el Ferrocarril en Extremadura, son mucho más necesarias que el propio AVE  y no pueden quedarse en letra pequeña o lo que sería peor, una vez más, en papel mojado o papel higiénico.
    Sea como fuere, por mucho que la política?ProPagangandistica?del presidente de Adif y el Ministro de de Fomento se empeñen, un tren eléctrico, rápido, confortable, que no tenga que pararse en las estaciones a esperar a que llegue el que circula en sentido contrario, por falta de vía doble, no lo veremos circular por Extremadura, siendo muy optimistas antes de 2025. ¿Y hasta entonces, qué?...